domingo, 14 de diciembre de 2008

Este año Abuelas de Plaza de Mayo encontraron a 7 hijos de desaparecidos

La organización Abuelas de Plaza de Mayo logró encontrar durante 2008 a siete hijos de desaparecidos, que nacieron y fueron robados en cautiverio a sus padres, siendo éste el mayor número recuperado en un año en la larga historia de una dolorosa búsqueda.
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, se manifestó "profundamente conmovida" en declaraciones a este periódico cuando con el hallazgo de otros dos nietos en septiembre pasado suman ya 95 los jóvenes a los cuales se les ha restituido su identidad.
A lo largo de 30 años de búsquedas, 2008 fue un año importante para estas mujeres que se convirtieron en investigadoras, en cazadoras de la más pequeña noticia, del hilo que las llevara hacia esos niños, la mayoría de los cuales fueron repartidos como "botín de guerra" y estaban en manos de familias de policías y militares que se los habían apropiado.
"Es una tarea de infinita paciencia e infinito amor. Las abuelas han ido envejeciendo y hay algunas que ya no están y no vieron el sueño de encontrar a sus nietos, ni a sus hijos desaparecidos. Tenemos un fuerte apoyo del Estado en estos tiempos, pero también algo o mucho ha cambiado en la sociedad", dijo Carlotto.
En ese cambio ha contribuido el hecho de la mayor difusión popular, como sucedió con todo aquello que apareció en los medios sobre la dictadura militar (1976-1983), especialmente en los últimos cinco años, lo que fue importante para informar a las nuevas generaciones.
"La emisión de programas para hacer conocer las historias de los hijos de desaparecidos, del destino dado a las madres, a las que les robaron sus niños recién nacidos en aquellos centros de torturas y muerte, tocó a buena parte de la sociedad que tomó conciencia", señaló Carlotto.
Telenovelas como Montecristo, donde se tocó el tema de los niños apropiados o Vidas Robadas en el caso de jóvenes secuestradas por tratantes de blancas, que es un drama de estos tiempos, sensibilizaron a diversos sectores de la sociedad argentina, muchos indiferentes por falta de conocimiento sobre estos temas.
"Se va tomando conciencia de que no es un caso de unos, sino que es de toda la sociedad, que puede sucederles a todos", indicó Carlotto, que con otras abuelas son incansables y han recibido reconocimientos en todo el mundo.
Las abuelas iniciaron un fuerte movimiento acompañadas por actores, directores teatrales, cantantes, artistas, periodistas. Con el llamado Teatro por la Identidad y producciones televisivas como la del canal Telefe el año pasado, que se adjudicó el primer Emmy Internacional de la televisión argentina y de América Latina, como mejor miniserie, sienten que se avanzó mucho más rápido.
"Nos han dado premios y reconocimientos, pero en realidad cada vez que logramos la identificación de un nuevo nieto, es algo imposible de describir. Ese es el verdadero gran premio. De alguna manera cada uno de ellos es el nieto de todos".
Ellas saben que faltan unos 400 por encontrar, pero además algunos jóvenes que no habían podido resistir esa historia, también ahora están encontrando su camino. Muchos de ellos trabajan juntos y son nietos que buscan nietos, y para las Abuelas esto es una esperanza hacia el futuro.
Una serie de publicaciones y libros también abrieron puertas, pero se sabe que la televisión es masiva, otro tipo de mensaje y por eso en algunas series donde los mismos jóvenes contaron su historia, entre el documental y la ficción, el resultado fue extraordinario.
Son millones los que ven esas series y pudieron entender de qué se trató ese experimento aberrante de los militares de la dictadura pasada que creyeron en la perduración de la impunidad.
"La historia de nuestros niños y nuestros hijos entró en las casas de todos en TV por la identidad e hizo milagros, como se podría decir, porque los llamados fueron tantos que tuvimos que multiplicarnos todos. Y ahora tenemos varios caminos abiertos"
La abuelas también debieron esperar a que los mismos jóvenes encontrados entendieran el infierno por el que habían pasado sus padres y comprendieran la lucha por la justicia. Y tomaron las banderas de la abuelas para acompañarlas en su tarea heroica contra el olvido. Ahora están juntos y los pasos se aceleran cuando hay mayor comprensión social sobre su trabajo. Una tarea sin descanso para que "nunca más regrese ese pasado de horror" y para encontrar otros niños en manos de los verdugos de sus padres y tratar de saber que pasó con estos.

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